4to año
La alimentación como hecho social: una mirada integral
La alimentación es una de las múltiples actividades cotidianas de cualquier sociedad y constituye una necesidad biológica natural, necesitamos comer para mantenernos con vida y reproducirnos. Sin embargo, a pesar de la trascendencia y universalidad de este aspecto, la elección de los alimentos no se limita a la incorporación de nutrientes (proteínas, vitaminas, minerales, etc.) para nutrir el cuerpo, por lo que la alimentación no es exclusivamente un hecho biológico. Además, a pesar de la necesidad que tenemos de comer, no todas las personas pueden hacerlo de una manera Sana, Segura y Soberana. En el Módulo N° 1 hemos ahondado en lo que implica la inseguridad alimentaria. Fischler mencionaba que: “los humanos somos los únicos que comemos nutrientes y sentidos”. Para comenzar a reflexionar y comprender qué y por qué comemos lo que comemos, hay que abordar la alimentación como un fenómeno complejo que se encuentra atravesado por múltiples dimensiones:
• biológica (necesidades y capacidades del cuerpo y características de los alimentos),
• ecológica-demográfica (posibilidades y restricciones del ambiente que permiten la producción y consumo de manera sostenible en función de la cantidad y las costumbres de la población),
• tecnológica (soluciones encontradas para la producción, distribución y consumo de alimentos),
• económica (circuitos de producción y distribución, acceso a través del mercado, asistencia, relaciones de reciprocidad, redistribución y/o solidaridad),
• social (estructura de derechos y mecanismos que regulan la distribución de los alimentos según estratos, clases, sectores o grupos de ingresos, que amplían o limitan el acceso a los alimentos)
, • simbólica (sistema de clasificación que determina para cada grupo social aquellos productos comestibles que se consideran comida y cuáles no, en función de la situación social, edad, género, entre otras). ¿Por qué comemos lo que comemos y no otra cosa? ¿Por dónde pasa la línea divisoria entre lo comestible y lo no comestible? Promotoras y promotores de una alimentación sana, segura y soberana 8 Estas dimensiones son propias de cada grupo social y varían de una sociedad a otra y, dentro de la misma, cambian con el tiempo (1,2). Por todo ello la alimentación es un hecho social.
Citando a Aguirre: “No hay evento alimentario sin comensal, sin comida y sin que ambos estén situados en un lugar, tiempo y una cultura específica que define a uno como comensal y a la otra como comida”(3).
Cultura alimentaria
Los seres humanos somos omnívoros, esto significa que podemos obtener los alimentos de diversas fuentes: vegetales (frutas, verduras), animales (carnes, huevos), insectos (miel), hongos (quesos azules), rocas (sal), entre otras. A pesar de la gran diversidad de fuentes y la posibilidad de nuestro cuerpo de poder digerirlas, no comemos todo. Para que una sustancia o producto comestible se transforme en comida es necesario situarlo en un contexto, donde se dan ciertas normas y sentidos. Somos exclusivamente las personas quienes cocinamos para comer, hablamos sobre los alimentos, establecemos reglas sobre la manera de prepararlos y combinarlos y, sobre qué, quiénes y en qué lugares comerlos.
Organizamos las ingestas mediante comidas o situaciones más o menos socializadas y estructuradas (horarios, comidas principales y colaciones), establecemos categorías, clasificaciones de acuerdo a ciertos valores, elegimos los alimentos que se consumen en días festivos y momentos importantes (torta en los cumpleaños), los alimentos prohibidos (alcohol en la infancia), los alimentos prestigiosos (sushi), los alimentos para niñas y niños (golosinas), o “para las mujeres” (ensaladas)(1,2).
En síntesis, un producto comestible se transforma en comida a través de la transmisión cultural de esos sentidos y sistemas de clasificación, que se aprenden y transmiten dentro de las familias, comunidad, país; generación tras generación, y permiten que una persona “pertenezca”, se integre a esa cultura alimentaria. Esta pertenencia a un grupo marca nuestra identidad alimentaria y también diferencia a quienes no comen lo mismo o de igual manera. Identidad que se refleja en la diversidad y heterogeneidad de cocinas con ingredientes, aromas, condimentos, técnicas de preparación, cocción y comensalidad (maneras de servir y comer).
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